No hay mejor noticia, en el mundo cultural en general y de la investigación en particular, que la presentación de un nuevo libro que engrandezca el conocimiento de nuestro pasado. Y el sábado por la tarde en Béjar ocurrió uno de esos momentos maravillosos en los que la grandeza del conocimiento se manifiesta por medio de la unión entre el lector y el investigador, el escuchante y el orador. El Centro de Estudios Bejaranos presentó el trabajo que hizo ganador del Premio Ciudad de Béjar 2013 a Emiliano Zarza Sánchez con su investigación sobre La participación del X Duque de Béjar, Don Manuel de Zúñiga, en el sitio de Buda (1686). Como el propio interesado transmitió, su interés sobre uno de los duques más famosos de la Casa de Zúñiga de Béjar surgió de manera circunstancial: centrado en la figura de su hermano don Baltasar de Zúñiga, marqués de Valero, surgieron de entre el sueño del pasado las hazañas de don Manuel de Zúñiga, el bautizado como Buen Duque por Emilio Muñoz García en 1926. Como bien afirma mi buen amigo José Antonio Sánchez Paso, un biógrafo lleva durante toda vida en la chepa, cargado hasta doblar las espaldas, le guste o no, la figura a quien consagra sus desvelos y ya no puede librarse de él aunque los derroteros investigadores transcurran por otros senderos. A Emiliano Zarza le auguro que tendrá que hacer fuerza para soportar el peso de dos hermanos cuyas vidas transcienden el paso de los días para adentrarse con chirimías y fanfarrias en la historiografía de nuestros días.
La presentación del acto, que tuvo lugar en el salón de actos del Centro Integrado de Formación Profesional de Béjar, corrió a cargo de Álvaro Muñoz Cascón, quien tras unas palabras cariñosas para el conferenciante, cedió el turno de palabra al presidente del CEB, Antonio Avilés Amat. Después de pronunciar una breve introducción, Emiliano Zarza nos narró las aventuras y desventuras de don Manuel de Zúñiga y cómo su espíritu de luchador cruzado encaminó sus pasos a luchar como voluntario contra la amenaza turca a las puertas de Europa en Buda (actual Budapest, Hungría), tras haber pasado una parte breve de su vida en los Tercios de Flandes como maestre de campo. Nuestro duque, nacido en Béjar en 1660, tenía entonces 26 años, fama de valiente y tacto diplomático, a juzgar por la entrevista que mantuvo con él a su llegada el emperador Leopoldo I de Habsburgo. Es por ello por lo que se le puede considerar como un luchador cruzado, defensor de la cristiandad frente a las amenazas protestante y otomana, a la vez que como un peregrino. Zarza nos asombró al desgranar con imágenes las técnicas militares que se utilizaron en el asalto al castillo, la plaza defensiva bajo dominio otomano que daba la llave de la toma del resto de la ciudad. En la hazaña participó don Manuel bajo las órdenes del duque de Lorena y allí encontró la muerte en forma de certero arcabuzazo, de cuyas heridas falleció tres días más tarde en olor de héroe y de casi santidad, a juzgar por los milagros que se produjeron en España, al paso de su cortejo fúnebre de camino a Béjar, donde se le enterró en el convento de la Piedad y cuyos restos fueron hallados por don Nicomedes Martín Mateos en el siglo XIX. En sus horas de agonía, atendido por su hermano el marqués de Valero, fue visitado por el duque de Lorena, el de Berwick (hijo natural del rey Jacobo de Inglaterra) y el Escalona, primo de don Manuel, lo cual nos dice mucho de su valentía en unos momentos cruciales de la caída de Buda en manos cristianas, momento ocurrido pocos días después. También nos confirma esta idea el agradecimiento pos mortem enviado en forma de carta a su madre doña Teresa Sarmiento de la Cerda y a su viuda doña María Alberta de Castro y Portugal, al igual que al rey Carlos II, por parte del emperador Leopoldo de Austria, el Papa, el duque de Lorena y otros grandes personajes de la época. Por su hecho heroico Carlos II concedió el Toisón de Oro a su primogénito don Juan Manuel II, a cuya figura dedicamos varias entradas en este blog, y el puesto de gentilhombre de cámara al marqués de Valero, don Baltasar de Zúñiga.
De la vida de don Manuel se ocuparon sus propios coetáneos partiendo de las cartas que don Manuel escribió a su madre doña Teresa Sarmiento de la Cerda, pasarían prácticamente íntegras al trabajo escrito por el bejarano Emilio Muñoz en 1926 en su Historia del Buen Duque Don Manuel de Zúñiga y de ahí a la actualidad, como bien desglosó Emiliano, quien citó el trabajo de Muñoz en varias ocasiones y a quien concedió el título de maestro.
El libro que vio la luz el sábado consta de 185 páginas, se integra en la colección Premios Ciudad de Béjar del Centro de Estudios Bejaranos, e incluye ilustraciones sobre las técnicas utilizadas en el sitio de Buda, grabados de la época y vistas aéreas sobre el lugar exacto en que cayó herido el Buen Duque. A ello se suma la inclusión de un grabado de la época del duque a caballo que nos desvela su rostro, más o menos fiel a la realidad, cosa que nos asombra ya que la galería de retratos de los miembros de la Casa de Zúñiga que los inventarios recogen en el Palacio Ducal se han perdido, ocultando el rostro de nuestros duques en la vorágine del paso del tiempo.
Carmen Cascón Matas, Vicesecretaria